domingo, noviembre 07, 2004

EL PERRO DE TERRACOTA


Mi primera novela de Andrea Camilleri. Sentía cierta reticencia a leer una de sus novelas porque estaba absolutamente convencido de que no me iba a gustar tanto como sus dos volúmenes de relatos policiacos, también protagonizados por el comisario Montalbano. Sus cuentos son la gloria pura: unas tramas depuradas que podrían ser la síntesis de novelas convencionales. Un lenguaje directo, unos policías entrañables (a veces, geniales en su rematada imbecilidad, como Catarella), un sentido del humor envidiable que parece contradictorio con la naturaleza de la novela negra, pero no lo es en estos tiempos cáusticos y de transición (el francés Frederic Dard fue el pionero de esta variación estilística del humor en la novela policiaca: escribió un puñado de novelas de éxito protagonizadas por el también comisario Sanantonio). Y sobre todo, esa rusticidad soleada y bronca de Sicilia, la isla donde transcurren las historias de Montalbano y que ha marcado con su peculiar idiosincracia toda la historia de la literatura: desde Teócrito a Camilleri pasando por la Mafia y el Polifemo de Góngora.

En esta ocasión, Montalbano se ve involucrado en la investigación de varios casos, entre los cuales destaca el hallazgo en una cueva sellada de dos amantes abrazados que fueron asesinados medio siglo atrás. Un perro de terracota, un cuenco con monedas y otro con agua resultan ser todas las pistas de este amor de ultratumba que regresa del pasado para conmovernos.

No me he equivocado al leer El perro de terracota, pues se trata Camilleri en estado puro: giallo pedregoso, sarcástico, lleno de mafia y de reflexiones sobre la corrupción política siciliana. Tampoco me he equivocado al suponer que no podría superar cualquiera de sus cuentos: los cuentos son obras maestras, prodigios de imaginación y síntesis entregados al lector con gran generosidad. El perro de terracota es la fórmula a la que estamos más acostumbrados: cuatro o cinco cuentos entremezclados, salpimentados y convertidos en una buena novela, pero no en una obra maestra. Como quiera que sea, leer a Camilleri es siempre relajante y provechoso.

Andrea Camilleri, El perro de terracota. Traducción de María Antonia Menini Pagès. Ediciones Salamandra. Barcelona, 2003.
Posted by Hello

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