martes, noviembre 16, 2010

GHETTO LIBRETTOS: UN ANÁLISIS DEL CÓMIC POPULACHERO MEXICANO

Cualquiera que haya buscado en México cómics autóctonos sabe que los más vendidos son estos pequeños tebeos de alrededor de cien páginas. Son cómics de calidad variable, una calidad que oscila entre lo absolutamente despreciable (malos dibujos, peores guiones) hasta lo relativamente apreciable (dibujos resueltos con velocidad, talento y fuerza; guiones llenos de chispa y de sátira social). En general, son despreciados por puritanos e intelectuales, pero son el maná cultural del “naco” (en México, ignorante de clase baja) y venden millones de ejemplares a la semana.

Yo los llamo “sensacionales” porque las series que he leído y que más gracia me han hecho eran las llamadas Sensacional: Sensacional de Mercados, Sensacional de Traileros, etc. En Estados Unidos, Daniel K. Raeburn propone el apelativo de “ghetto librettos”: los libritos del ghetto. El ghetto, todo hay que decirlo, es hoy día cerca de la mitad de los más de cien millones de mexicanos que, supuestamente, continúan viviendo en México.

Hubo un tiempo, ya lejano y olvidado por las nuevas generaciones, en que México era, después de Estados Unidos, el gran país productor de una cultura popular de América que exportaba cine y cómics al resto del continente. La historia del cómic mexicano es apasionante, pero ardua y prolija, y lo que es peor de todo: difícil de documentar. Hoy, gracias a los blogs, es posible comentar Adelita y Juan sin Miedo, Rolando Rabioso, Los Pardaillán o Chanoc. Gente de todas partes de América comparte digitalmente estos viejos tesoros de una cultura pintoresca y gentil hoy desaparecida. Si los tebeos representan el inconsciente colectivo de los pueblos, los ghetto librettos alumbran un inconsciente verdaderamente turbio.

Sexo, machismo, suciedad, violencia, albur (juegos de palabras), los sensacionales no respetan jerarquías ni ideología ninguna: todo es destruido en ellos, porque para el pueblo todo es absolutamente despreciable en un país secuestrado donde políticos y narcotraficantes juegan a la destrucción de la nación: los primeros con dados cargados sobre una población impotente; los segundos, jugando al juego del boliche humano con cabezas cortadas. Un ejemplo del éxito de estos cómics: el famoso Libro vaquero vende 800,000 ejemplares a la semana. Ochocientos mil. Las exportaciones a Estados Unidos son masivas, y entre los fans de esta clase de productos se cuenta, por ejemplo, el ajedrecista loco y genial Bobbie Fischer. Artistas de longeva tradición y prestigio como Sixto Valencia (Memín Pinguín) o Ángel Mora (Chanoc) no tienen más remedio que entrarle a la chamba a destajo (dibujando a veces 240 páginas semanales) para sobrevivir en un mercado autóctono tan popular e incomprensible para el resto del planeta como puede serlo el cine de Bollywood fuera de La India.

Desdeñados por todos, estos tebeos han sido recientemente estudiados y ¿reivindicados? en el último número de la revista norteamericana The Imp, que dedica a estos ghetto librettos un ejemplar de más de cien páginas que a estas alturas ya resulta imprescindible para comprender el fenómeno. Daniel K. Raeburn se ha lanzado como un poseso a comprar cientos, miles de estos cómics para llevar a cabo un estudio que, por su complejidad y calidad, trasciende el puro interés sociológico que podrían tener estos sensacionales para convertirlo en el testimonio de la presencia bárbara entre las ruinas de un imperio artístico y cultural como lo fue el cómic mexicano.

En sus muy documentadas páginas, Raeburn se burla de esos extranjeros que visten al estilo de Oaxaca, bailan salsa o viajan hasta Chiapas para tomarse una foto con los zapatistas. Para ellos es una forma de honrar la cultura pretérita e indígena. Para él, estos cursis romantizan México de una forma que debería avergonzarles, pero al pasar mucho tiempo en los mercados comprando estos tebeos, también Raeburn confiesa romantizar México de alguna manera. Oh, pero esos cursis nunca leerán estas historietas porque no son “mágicas”. Se burla de estos turistas que piensan que México es mágico y místico, cuando la realidad tan compleja de México es terriblemente real y poco tiene de mágico, mucho menos de místico. Para él estos sensacionales reflejan de modo hiperbólico lo que badulaques encorbatados no quieren ver ni reconocer de México, pero conducido hasta extremos delirantes.

Me gustan estos sensacionales, aunque sólo cuento con cuatro o cinco docenas de ellos. ¿Dónde está el problema? También en Italia existieron los pornofumetti en los años 70 (Lucifera, Hessa, Biancaneve y Maghella; el delicioso dibujante Leone Frollo...). Las portadas suelen ser magníficas a veces, esto resulta innegable. Los contenidos, muchas veces burbujeantes y pícaros, pero también a veces muy macabros como en la colección Presidio. Los invito a descubrir este subconsciente colectivo descargándose completamente gratis y de forma legal este estudio de la revista The Imp desde su página web. Y háganse un favor: no sólo miren los dibujitos, lean en inglés las más de cien páginas como he hecho yo. La experiencia merece la pena.

14 comentarios:

Ismoísta dijo...

Naco se puede interpretar de muchas maneras. Y albur es más que sólo juegos de palabras. Sé que no hay cabida para explicarlo en la entrada pero no me aguanté las ganas de decirlo.

De niño miraba con infantil curiosidad sexual esas historietas cuando descubría alguna escondida debajo de la cama de algún tío cochambroso.

Después, al crecer un poco más, las comencé a considerar de mal gusto (¡y lo son!).

Pero hoy en día, me parecen un gran exponente del arte kitsch mexicano.

En el lugar donde trabajo adornamos las paredes de los baños tapizándolas con hojas de estos cuentos.

Muy buena entrada Don Ricardo.

Ya me descargué Historietas Perversas de The Imp. Me espera una larga lectura. Pero antes, tomo mi Libro Vaquero, mi Libro Policía y me voy al baño...

Manuel Barrero dijo...

Espectacular. Gracias, Ricardo.

Anatole_serial dijo...

Lo mejor es que se puede descargar gratis.
Es una lectura imprescindible para el estudioso del Comic Mexicano. Muchisimas gracias!

El Pobresor Gafapasta dijo...

Ismoísta:
Tienes toda la razón del mundo sobre "naco" y "albur", pero eso sería tema para otro post. El albur, por ejemplo, tú sabes que también es juego de ideas y por lo general con sentido sexual. Iba a sintetizar intentando explicar un poco para quienes me leen fuera de México.

Un saludote.

El Pobresor Gafapasta dijo...

Manuel:
A ver cuándo preparamos algo sobre tebeos mexicanos para Tebeosfera.

Un saludote.

El Abuelito dijo...

Una grandísima entrada, cuyo valor se acrecienta por lo raro que es oir hablar de estos tebeos, siempre despreciados, como si mancharan... Me voy a descargar ese artículo que usted nombra, perla rara en un mundo que abomina lo políticamente incorrecto...
Un abrazo desde el Desván del Abuelito!

fausto dijo...

Ricardo,

recién entregué un texto sobre el tema a tierra adentro, para luego encontrarme con esta tremenda entrada tuya... El libro de Raeburn es genial; hizo una buena chamba. Disfruté mucho tu texto, y fue una grata sorpresa.

saludos.

f

El Pobresor Gafapasta dijo...

Gracias, Fausto. ¿En qué número de Tierra Adentro aparecerá tu artículo? He de conseguirlo.

Saludotes

Agustín García Delgado dijo...

Invaluable material. Gracias por el vínculo.

El Declamador Sin Maestro dijo...

Ricardo:

Pues nuevamente muy agradecido contigo. Este semestre estoy tomando una clase sobre Narrativa Gráfica. Mira lo que son las cosas, le propuse un proyecto de trabajo final a mi profesor, e inmediatamente me refirió a este enlace para definir bien el objetivo de mi trabajo (voy a comparar este tipo de material con el Hentai japonés). Ya ves, siempre buscando uno lo que no ha perdido!

Un gran abrazo!

El Declamador Sin Maestro dijo...

Gracias por el enlace gratuito, y espero contar contigo para hacer de éste un trabajo digno.

El Pobresor Gafapasta dijo...

Declamador:
En lo que pueda ayudarte, ya sabes que puedes contar conmigo. Saludotes!!

Claudia B W dijo...

Pobresor, acabo de descubrir su blog y me pareció fantástico. Yo también me inicié en la lectura con este tipo de comics; aunque mis padres abominaban estas lecturas yo las recuerdo vagamente, recuerdo que me tenía que esconder para que mi mamá no se enojara. Ni siquiera recuerdo como cayeron a mis manos, a la mejor por las sirvientas que nos cuidaban cuando ellos salían. Yo también leeré el link que propone.

El Pobresor Gafapasta dijo...

Claudia:
Gracias por tus palabras. Espero que disfrutes la revista a que remite el link. Interesante tu historia con estos cómics. Yo tengo mi propia historia de infancia con los fumetti que en España editaba El Viberia.

Saludos